la bolsa de plástico en el comercio nunca muere

2022-09-09 23:38:10 By : Ms. Lena Fan

Las bolsas transparentes de sección proliferan como nunca en los grandes comercios de alimentación, como una reencarnación de las bolsas de un solo uso, ahora en retroceso

La bolsa de plástico y el comercio viven un idilio inacabable. Las campañas para combatir la proliferación de bolsas de plástico un solo uso han tenido un indudable éxito en Catalunya. Ahora, han dejado de ser gratuitas en el gran comercio; en súpers e hípers el consumidor debe pagar entre 2 y 5 céntimos por unidad; resultado: su consumo se ha reducido más de un 52% (datos del 2012). La gran paradoja es que mientras las bolsas de un solo uso se utilizan menos, el consumidor ha visto cómo el cesto de la compra se llena igualmente en plástico y más plástico: ahora no son las típicas bolsas de asa, sino decenas de pequeñas bolsas de sección transparentes que inundan el carrito y sepultan la comida.

Es toda una paradoja del comercio. Cuando parecía que empezaba a inclinarse la batalla contra el plástico, éste ha contraatacado, como si quisiera convencernos de que no nos podremos librar tan fácilmente de él. Al menos, por ahora. En el súper o el híper proliferan ahora más que nunca las bolsas transparentes de sección, aquellas que se emplean para coger frutas, verduras, frutos secos, legumbres e, incluso, el pan. “Vamos a hacer un estudio para comprobar la magnitud de la tragedia”, dice con tono metafórico Josep Maria Tost, director de la Agència de Residus de Catalunya al aludir a este nuevo fenómeno.

Un agujero legal explica esta “resurrección” del omnipresente plástico en el comercio (en donde nunca ha muerto). La normativa comunitaria establece como objetivo europeo una reducción del consumo medio anual de bolsas de plástico ligero (más de 50 micras) de 90 unidades por persona a final del 2019. Pero al margen de estas metas han quedado las bolsas de sección, las muy ligeras (15 micras). “El comercio se está acogiendo de manera bastante generalizada a estas excepción, lo que está provocando un trasvase hacia este tipo de bolsa”, observa Joan Marc Simón, director de Zero Waste Europe.

El comercio aceptó el repliegue de las bolsas de un solo uso, pero ha respondido con este otro material de vida aún más fugaz. “Se está produciendo un traslado de la bolsa de asa hacia la bolsa sin asa”, resume Víctor Mitjans, director de estudio de la Fundación para la Prevención de los Residuos. El comercio ofrece esta bolsa de producto como una deferencia para facilitar las compras –al ampliarse las secciones de fruta y verdura en los hípers–, aunque el resultado es que no se ataja la proliferación de este material persistente y no biodegradable. A todo esto se unen los excesos en los embalajes en bandejas y otros envoltorios.

Lo que se está produciendo es consecuencia de “la insuficiente y poco valiente” solución dada en su día por las administraciones para responder a la campaña “Catalu­nya, Lliure de Bosses de Plàstic” , opinaMercé Girona, portavoz del Centre d’Ecologia i Projectes Alternatius, una de las promotoras de aquella campaña. Tras la presión ciudadana, la Generalitat y Foment del Treball alcanzaron un pacto para que el gran comercio redujera de manera voluntaria las bolsas de un solo uso instaurando un precio por cada bolsas. “Pero fue una falsa solución, porque lo que se tenía que haber hecho es instaurar un gravamen ambiental, que sí tendría un verdadero efecto disuasorio”, dice Mercè Girona.

Para el ciudadano pagar 1, 2 o 5 céntimos apenas cambia su comportamiento; no se internalizan los costes ambientales; en cambio, si se tuviera que pagar un gravamen, de 20 ó 25 céntimos, habría menos bolsas pululando, argumenta Girona.

Esta experta propone también como solución para las bolsas de sección un impuesto ambiental. “Sería una solución pedagógica, disuasoria, unificaría los precios y permitiría generar ingresos para las iniciativas destinada a reducir los residuos”, señala.

El impacto ambiental de las bolsas de plástico ha centrado la atención de muchos expertos. Éstas bolsas no sólo colmatan vertederos, sino que el porcentaje de reciclado es muy bajo y, además, propician un abandono que acaba en los fondos marinos.

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